Hace unos días hablábamos del Keno, un juego parecido al bingo. Hoy nos disponemos a conocer un poco más de la historia de este otro juego de azar tan popular.
A pesar de que muchos creen que los orígenes del bingo son españoles, nada más lejos de la realidad puesto que el bingo proviene, según un buen número de historiadores expertos en el tema, de Italia. El "Lo Giuoco del Lotto d’Italia", tal y como se denominaba en el país mediterráneo la que ahora es la lotería italiana, data de la primera mitad del siglo XVI. Esta lotería es muy parecida al bingo que conocemos en España, con bolas y cartones numerados casi de la misma manera.
Antes de proseguir con los orígenes del bingo, explicamos un poco de qué se trata para aquellos menos familiarizados con este juego de azar. El bingo es un juego muy popular en todo el mundo y existen dos variedades típicas del mismo, el bingo de 90 bolas y el de 75 bolas. Consiste en un bombo con bolas (75 ó 90 como ya hemos dicho) en su interior. Los jugadores tienen cartones con números aleatorios y una persona va sacando bolas del bombo cantando los números en voz alta. Si un jugador tiene ese número en su cartón, lo tachará, ganando la partida aquel jugador que consiga tachar todos los números del cartón. El bingo se puede jugar gratis o por dinero.
Tal fue el auge de este gran juego de azar, que éste se extendió a otros países europeos como Francia o Alemania poco tiempo después. En Francia, por ejemplo, se introdujo en el siglo XVIII, estableciendo los franceses unas reglas parecidas a las que tenemos hoy en día -aquí fue donde empezaron a cantar los números en voz alta, inconfundible peculiaridad del juego del bingo-. A Alemania llegó en el siglo XIX, aunque los alemanes le dieron un uso un poco más didáctico, hasta el punto en el que los niños aprendían a multiplicar y sumar jugando al bingo.
Y el gigante americano, EEUU, no fue una excepción, ya que el juego aterrizó también en Norteamérica, donde un tal Edwin S. Lowe, un conocido fabricante de juguetes de Nueva York, lo dio a conocer después de un viaje que hizo a Atlanta en el año 1929. Estando allí, Lowe descubrió que los de la zona jugaban a un juego llamado beano. El juego del beano consistía en unos cartones con números que iban cubriendo con alubias conforme estos iban saliendo. Lowe quedó fascinado con este juego y se lo "llevó" a su ciudad, donde comenzó a llamarse bingo al poco tiempo después de que un amigo suyo gritara esta palabra por equivocación en vez de beano. Cosas del destino.
En España ya se jugaba al bingo mucho antes de que lo legalizaran a finales de la década de los setenta, aunque fue en los años siguientes a esta fecha cuando el auge del bingo hizo que se abrieran numerosas salas de bingo a lo largo y ancho del país. Durante los últimos años, internet ha hecho posible que al bingo también se pueda jugar en línea (online), aunque muchos jugadores son un poco reticentes a hacerlo ya que se pierde el lado social y divertido del mismo.
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